Epilepsia y Gimnasia
Como hablé en el artículo anterior del tema, ahora os cuento aquello en lo que no quería extenderme.
A los dos años tuve mi primera crisis epiléptica. No sé si fue más dura que la siguiente siete años después. La secuela fue que tuve que ir a rehabilitación porque mi lado izquierdo tenía la mitad de fuerza que una persona normal. A los siete años me dieron el alta, pero dos años después volví a tener otro ataque. Me cambiaron la medicación y revisiones periódicas con pruebas médicas obviamente.
No he ido a buenos colegios. Sólo en el último hice algo de gimnasia y al llegar al instituto como vieron que no era capaz de saltar el plinto, aunque lo intentaba, hacía el resto de ejercicios, jugaba al baloncesto y al fútbol y condición para aprobar era correr el cros.
Terminada la carrera universitaria y no recuerdo qué médico pero un día hablando de gimnasia, me dijo, “mientras no corras”. Yo le pregunté porqué no podía correr y él me contestó que hay una sustancia en el cerebro que cuando corres se dispara y en una persona que ha tenido ataques epilépticos puede provocarle una crisis.
¿Y jugar al baloncesto?… Tampoco.
Entonces, te quedas pensando, no en ti sino en la forma de enseñar a los futuros profesionales de la educación física. Porque si a mi me afecta como enfermo, el profesor de gimnasia lo debería saber. Tengo dos amigos que son profesores en esta materia y por supuesto se lo dije en su momento en cuanto me enteré.
Pero tampoco sé hasta qué punto los padres de un chaval epiléptico van soltando que lo es. Yo creo que lo mejor que se puede hacer es decirlo y decirlo en voz bien alta, para luego, con la debida explicación que la gente entienda que no somos unos bichos raros además si la gente sabe cómo actuar, habrá salvado una vida. Yo que me he preocupado por mi enfermedad y aparte por mi carrera – prevención – he intentado que la gente supiese lo que soy para luego pasar a explicarle a los que me rodean qué tienen que hacer si ven un ataque epiléptico porque creo que así ayudas al enfermo y si estás a su lado verás que no somos tan bichos raros como algunos lo han querido ver.
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